Armero, el sueño inconcluso: 40 años después, un sobreviviente revive la noche que cambió su vida

ViveHuila Noticias
Por -
0

 

Armero, el sueño inconcluso: 40 años después, un sobreviviente revive la noche que cambió su vida




Por Mario Alejandro Rodríguez – 13 de noviembre de 2025 | Infobae Colombia

Han pasado cuarenta años desde que el rugido del Nevado del Ruiz borró del mapa a Armero, la ciudad más próspera del norte del Tolima. Aquel 13 de noviembre de 1985, la avalancha de lodo, agua y piedras cobró la vida de más de 25.000 personas y dejó apenas unos 4.000 sobrevivientes. Uno de ellos fue Jairo Rodríguez Ovalle, quien hoy, con 76 años, aún lleva grabada en su memoria la noche que lo cambió todo.

“Vi cómo el agua, llena de hojarasca, empezó a correr por la calle... la gente gritaba y corría. Cuando entendí que era el río Lagunilla desbordado, ya era tarde”, recordó Rodríguez, con la voz quebrada. Esa noche, mientras ajustaba bicicletas en su taller El Sprint, el mismo que había construido con su hermano Mario José, escuchó el estruendo que anunció el fin de Armero.

“Una piedra inmensa rompió la casa. Traté de agarrarme de un palo de mango, pero la corriente me arrastró. El dolor en los ojos era insoportable. Todo era barro, oscuridad y silencio”, relató. Fue uno de los pocos que logró salir con vida, después de ser arrastrado varios kilómetros por la corriente de lodo que descendió desde el volcán.

Cuando el amanecer llegó, Armero había desaparecido. “Había muertos por todos lados: niños, animales, casas destruidas. Me senté y entendí que lo había perdido todo”, cuenta. De los 29 familiares que tenía en la ciudad, ninguno sobrevivió. Su madre, sus hermanos y su sobrina fueron tragados por el barro. “No hubo tumbas. No hubo despedidas. El volcán se los llevó”, dice con la mirada fija.

Rodríguez fue rescatado días después y trasladado a hospitales en Lérida, Venadillo, Ibagué y finalmente Bogotá, donde permaneció un mes recuperándose de heridas en la cabeza y los brazos. “Viví porque Dios quiso. No pedí explicaciones, solo fuerzas para seguir”, asegura.

Tras la tragedia, reconstruyó su vida en Ibagué, donde conoció a Rosa Liliana Barbosa, una joven ciclista que también sobrevivió gracias a una coincidencia del destino. Juntos formaron un hogar y criaron a dos hijos, Mario Alejandro y Katherine Carolina. “Tuve que empezar de cero, sin nada, sin familia, sin casa, pero con ganas de seguir adelante”, dice.

Hoy, cuatro décadas después, Jairo todavía revive las imágenes de aquella noche. No puede evitar sobresaltarse cuando escucha noticias sobre actividad volcánica. “A veces me despierto dos o tres veces por noche, pensando que vuelve el barro. Si el Ruiz hizo eso con Armero, qué no podrá hacer con nosotros”, confiesa.

Para él, Armero es un sueño inconcluso, una herida que nunca cerrará. “Nos quitaron el pueblo, pero no la memoria. El olvido sería la segunda muerte de Armero”, afirma.
En cada aniversario vuelve, con una cruz en la mano, al campo santo donde estuvo su ciudad. Allí deja flores, mira al cielo y agradece por seguir vivo. Porque aunque el barro se llevó todo, su historia sigue siendo testimonio de un país que aprendió —demasiado tarde— que las tragedias también se previenen.

Etiqueta:

Publicar un comentario

0Comentarios

Publicar un comentario (0)

#buttons=(Ok, Aceptar) #days=(20)

Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Leer mas
Ok, Go it!
WhatsApp PAUTE AQUÍ