La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que el umbral de 1,5 °C de calentamiento global es “prácticamente inevitable” en el corto plazo, lo que intensifica olas de calor, sequías y tormentas extremas en todo el planeta.
Edición: Diana Valentina Castro Murcia
El planeta atraviesa una emergencia climática sin precedentes. Las proyecciones más recientes confirman que 2025 se ubica entre los tres años más calurosos jamás registrados, consolidando una tendencia que ya encendió las alarmas con los récords históricos de 2023 y 2024.
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), existe un 80 % de probabilidad de que el calentamiento global supere temporalmente el límite de 1,5 °C antes de 2028, umbral fijado en el Acuerdo de París para evitar los impactos más graves del cambio climático. Este escenario demuestra que, pese a los compromisos internacionales, las reducciones de emisiones siguen siendo insuficientes para frenar el aumento de la temperatura global.
Los efectos ya son visibles y cada vez más devastadores:
Fenómenos extremos: olas de calor prolongadas, sequías intensas, inundaciones repentinas y huracanes de rápida intensificación como el devastador huracán Otis, ocurrido en 2023 se están convirtiendo en la nueva normalidad.
Desigualdad climática: un informe de Oxfam Intermón advierte que las personas que viven en países vulnerables tienen hasta 15 veces más probabilidades de morir a causa de catástrofes climáticas que quienes habitan en naciones de altos ingresos.
Expertos internacionales coinciden en que, sin acciones urgentes y coordinadas, el planeta se dirige hacia cambios irreversibles en los ecosistemas, la economía y la vida cotidiana. La lentitud en la transición energética y la falta de voluntad política están, según alertan, comprometiendo el futuro de la humanidad.
