En medio de retrasos logísticos y un ambiente político polarizado, el presidente Gustavo Petro encabezó la instalación del nuevo periodo legislativo en el Congreso de la República este 20 de julio, fecha en la que Colombia conmemoró su Independencia.
Su discurso, extenso y cargado de simbolismo, se convirtió en una férrea defensa de su gestión, con críticas directas a sus contradictores, a la prensa y a las instituciones que, a su juicio, han obstaculizado su proyecto político.
Petro inició su intervención con un repaso histórico sobre la democracia en Colombia, aludiendo a la abolición de la esclavitud y la Constitución de 1991. En un tono desafiante, cuestionó a quienes aún consideran que la Carta Magna vigente es “populista” o “subversiva”, y sugirió que muchos actores políticos siguen aferrados al espíritu de la Constitución de 1886.
Uno de los momentos más controversiales de su intervención fue cuando comparó el actual Congreso con el que conoció como legislador, recordando que durante su época como opositor “el 30% de los senadores estaban presos”, en alusión a los casos de parapolítica. Según Petro, su llegada al poder ha marcado un cambio sustancial, aunque admitió que “la república sigue siendo desigual porque no ha sido democrática”.
En materia económica, el presidente presentó cifras para respaldar lo que calificó como avances en su administración; entre ello la reducción de la inflación del 13,8% al 4,82%, incremento del PIB agropecuario en un 7,1%, crecimiento del sector manufacturero, exportaciones récord y un aumento del salario mínimo. No obstante, minimizó el papel de la política monetaria del Banco de la República y criticó sus decisiones, acusándolo de favorecer a los grandes tenedores de deuda interna. “No significa que queramos cerrar el Banco, pero tampoco vamos a silenciar nuestra posición”, afirmó.
También destacó su política agraria, asegurando que su Gobierno ha adquirido más de 400 mil hectáreas de tierras y desembolsado $33 billones en créditos agrarios, al tiempo que culpó a administraciones anteriores de relegar al campo a un segundo plano. Aseguró que bajo su mandato la economía se ha dinamizado “sin bajar salarios” y defendió su política de subsidios como un mecanismo de equidad, aunque sin detallar los impactos fiscales de estas medidas.
En salud, reiteró las críticas al modelo vigente y defendió su polémica reforma, asegurando que el sistema preventivo ya cubre una tercera parte del país. A pesar de los cuestionamientos por la falta de medicamentos y la crisis en la atención médica, el presidente insistió en que “todos los indicadores nos muestran resultados positivos”.
Petro también abordó temas internacionales, como el conflicto en Gaza, y denunció lo que calificó como “genocidio” del pueblo palestino, vinculando a multinacionales mineras con la exportación de carbón hacia Israel, pese a sanciones impuestas por Naciones Unidas. En este punto, lanzó una advertencia moral a quienes, según él, han favorecido intereses extranjeros por encima de principios humanitarios.
Sin embargo, más allá de las cifras y los señalamientos, su discurso volvió a reflejar el estilo confrontativo que ha caracterizado su mandato. Criticó duramente a la “prensa del capital” por no difundir los logros de su Gobierno y por, según él, dedicarse a la calumnia. “Nadie ha cerrado un solo canal o periódico, pero lo que hay es una narrativa que busca silenciar los avances”, sostuvo.
En su intervención, que se extendió por más de dos horas, el mandatario insistió en que aún tiene un año para “aprovechar” y sacar adelante las reformas pendientes. Con ello, dejó claro que mantendrá su estrategia de confrontación institucional y polarización discursiva, en una recta final de Gobierno que promete estar marcada por el pulso entre el Ejecutivo, el Congreso y la opinión pública.