Un problema de tipo social que está traspasando los umbrales del control de las autoridades, se presenta constantemente en Neiva, especialmente durante los fines de semana.
Según denunció el secretario de gobierno de esa ciudad Hugo Alberto Llanos Pabón, menores de edad cuyos padres de familia no ejercen el control y la formación adecuada, tomaron como costumbre organizar fiestas privadas en las que dan rienda suelta a desenfrenadas practicas que alteran además de su integridad, la calma a la que tienen derecho los habitantes de los vecindarios.
La denuncia fue dada a conocer, luego de conocerse sobre controles que las autoridades realizaron en inmediaciones del parque Leesburg en el barrio Sevilla donde una fiesta privada que había sido convocada a través de cadenas de WhatsApp y redes sociales, se estaba desarrollando en una casa que fue tomada en arrendo.
Allí los funcionarios encontraron que los permisos que se tramitan para esa clase de eventos, y que fueron presentados por los encargados eran falsos y por lo tanto había una irregularidad que ameritaba mayores detalles.
Al verificar se encontró la presencia de decenas de menores de edad consumiendo bebidas embriagantes, ingiriendo sustancias psicoactivas y sosteniendo encuentros sexuales de forma promiscua, además de verificarse el incumplimiento en el horario de restricción se determinó que los niveles de ruido traspasaban los niveles admitidos.
Tras verificar la situación, se encontró que además de violar varias normas relacionadas con el Código Nacional de Policía y Convivencia Ciudadana, los organizadores cobran entre 20 y 50 mil pesos por persona al ingreso y permiten el consumo de sustancias prohibidas, por lo que tras una reunión posterior se determinó iniciar procesos de judicialización a los responsables de las fiestas privadas, iniciar procesos de extinción del dominio a los propietarios de los inmuebles y la aplicación de responsabilidades legales a los padres de familia de los menores infractores.
Se espera que los controles detengan el avance de ese fenómeno social que además de afectar la tranquilidad, pone en riesgo la salud y la seguridad de los menores de edad de la capital huilense.
Por: Héctor Fabio Muñoz Figueroa – @hefamu1
