Felipe Olave compra la marca Atlético Huila en una jugada al estilo Donald Trump
En una operación que combina fútbol, poder económico y visión estratégica de largo alcance, el empresario huilense Felipe Olave, propietario del Diario La Nación y de Huila Estéreo, concretó la compra de la marca Club Deportivo Atlético Huila, que hasta ahora pertenecía al empresario Mauran David Issa.
El acuerdo, cerrado —según fuentes cercanas— en el piso 16 de la Torre Olave, actualmente en construcción, representa un punto de quiebre en la historia reciente del equipo auriverde. Para muchos observadores, se trató de una negociación directa, contundente y sin rodeos, al más puro estilo Donald Trump: cuando el dinero entra en escena, las piezas se mueven rápido.
Con esta transacción, la marca Atlético Huila pasa de un “embajador” a otro, esta vez en manos de un empresario que no concibe al club únicamente como una institución deportiva, sino como un activo estratégico dentro de un proyecto económico billonario, que trasciende con creces las fronteras de la cancha.
Estadio privado y megaproyecto urbano
La adquisición de la marca se articula con un ambicioso plan urbanístico. Felipe Olave ha comprado extensos terrenos en el Parque Isla y la Alameda del río Magdalena, en Neiva, donde proyecta la construcción de un estadio privado acompañado de una urbanización integral.
El plan incluiría zonas comerciales, espacios de servicios y viviendas de alto costo dirigidas a un segmento socioeconómico alto, una iniciativa que, según versiones conocidas, contaría con el aval del Concejo de Neiva, la CAM, otras autoridades locales y el respaldo de quienes hoy lideran la formulación y los ajustes del Plan de Ordenamiento Territorial (POT).
Sin embargo, sectores ambientalistas y urbanistas han encendido las alertas. Para ellos, el movimiento encierra una operación de altísima rentabilidad inmobiliaria, basada en la adquisición de tierras con vocación de protección ambiental a bajo costo, que —con la expansión urbana y la redefinición del uso del suelo— podrían multiplicar su valor hasta cien veces, teniendo como motor simbólico, emocional y comercial la marca Atlético Huila.
¿Salvador o mercader?
La jugada ha dividido profundamente a la opinión pública.
Para unos, Felipe Olave es el “salvador” largamente esperado, el empresario con la capacidad financiera y el músculo político para rescatar al Atlético Huila, devolverlo a los primeros planos del fútbol colombiano y dotarlo, por fin, de una infraestructura acorde con su historia y su afición.
Para otros, en cambio, Olave es ante todo un mercader estratégico, plenamente consciente del enorme valor emocional que el club representa para una generación entera de huilenses —especialmente mayores de 35 años—, y decidido a capitalizar ese sentimiento colectivo para maximizar beneficios económicos y fortalecer su influencia política dentro de un ambicioso proyecto urbano.
La marca, el sentimiento y el futuro
Lo cierto es que el Atlético Huila vuelve a ocupar un lugar central, no solo en el escenario deportivo, sino en un tablero mucho más amplio donde convergen negocios, ciudad, política y emociones colectivas.
Entre la ilusión y la sospecha, Neiva presencia una jugada de alto calibre. El balón ya no rueda únicamente en la cancha: también lo hace en oficinas, concejos municipales y planos de urbanismo.
El tiempo dirá si esta operación será recordada como la salvación definitiva del club… o como la mejor inversión inmobiliaria de la década, ejecutada por un negociante de alto nivel que decidió dar el salto definitivo de millonario a billonario.
