La rara mujer que se aplicó químico en los ojos para 'lograr sueño' de ser ciega

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Para muchas personas estar ciego podría ser una pesadilla, pero para Jewel Shuping era una necesidad. Mientras los niños de su edad soñaban con viajar a la Luna, convertirse en estrellas de rock o realizar una carrera profesional, el anhelo de esta mujer era tan simple como impactante: experimentar en carne propia la invidencia. 


Cuando era tan solo una niña, comenzó a experimentar hábitos poco usuales. A la edad de tres años, su juego favorito consistía en caminar por los pasillos oscuros y, años después, ya había encontrado en la ceguera actuada una zona de confort. “Recuerdo que pensar en ser ciega me hizo sentir cómoda”, dijo Shuping en diálogo con ‘Barcroft TV’.

Las advertencias de su madre con respecto a los supuestos riesgos de mirar directamente el Sol no intimidaron a Jewel, quien pasaba horas y horas observando al cielo, con la esperanza de que, por fin, sus ojos dejasen de divisar el entorno que la rodeaba. 


Con la llegada de la adolescencia, su fijación por la invidencia no hizo más que incrementar. Para esa época las gafas de sol negras ya se habían convertido en su mayor aliado y pronto se sumó un bastón de color blanco. Sus esfuerzos por imitar a una persona ciega no se limitaron a lo físico, sino también a lo intelectual: a la edad de 20 años Jewel dominaba el braille.



Cuando cumplió 21 años, imitar a una persona con una discapacidad no le era suficiente. Ella quería vivir por completo su sueño, sin barreras físicas o impedimentos de realidad de por medio. Con nada más que un deseo en mente, decidió acudir a un especialista para encontrar una solución. 

La solución que estaba buscando Shuping llegó de la mano de su psicóloga, quien decidió cumplir su “sueño”. Primero le puso un anestésico local y, después, procedió a verter en sus ojos un líquido altamente corrosivo. Ya no había vuelta atrás. 

Todo lo que podía pensar era: 'Me estoy quedando ciega, todo va a estar bien'

“Me dolió, déjame decirte. Mis ojos gritaban y tenía el líquido bajando por mi mejilla, quemándome la piel. Pero todo lo que podía pensar era: 'Me estoy quedando ciega, todo va a estar bien'”, relató para la agencia de noticias británica citada anteriormente.


El procedimiento que llevó a cabo su psicóloga funcionó, pero no de manera inmediata. Una vez despertó en el hospital, en donde los especialistas hicieron un esfuerzo por salvar su vista, se dio cuenta de que aún podía ver. Lo primero que divisó, de hecho, fue la pantalla del televisor.

El enojo que despertó el “fracaso” inicial de su plan fue reemplazado a los seis meses por la felicidad. El líquido derramado en sus ojos había cumplido su cometido: quitarle la visión por completo. Mientras que el izquierdo sufrió derretimiento corneal, el derecho tenía un glaucoma, cataratas y varias cicatrices.

Aunque al inicio Jewel dijo que había sido un accidente, su secreto no tardó en salir a la luz. Una vez lo hizo, perdió el contacto tanto con su madre como con su hermana. En ese instante, su exprometido se convirtió en uno de sus grandes apoyos y maestros, pues él era realmente ciego.

Pese a las críticas y cuestionamientos, la mujer, de Carolina del Norte, vive una vida plena y, en la medida que puede, independiente. Al menos así lo dejó ver en 2015, cuando estuvo en entrevista con ‘Barcroft TV’.


“Realmente siento que esta es la forma en que se suponía que debía nacer, que debería haber sido ciega de nacimiento. Cuando no hay nadie a tu alrededor que sienta lo mismo, empiezas a pensar que estás loco. Pero no creo que esté loca, solo tengo un trastorno”, señaló en su momento. 

El trastorno al que se refiere Shuping es Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal (BIID, por sus siglas en inglés),un desorden en el que una persona siente la necesidad de estar en condición de discapacidad. En otras palabras, su percepción no coincide con su forma física. 

De acuerdo con Michael First, profesor de psiquiatría clínica en la Universidad de Columbia en Nueva York y quien acuñó inicialmente el término, esta condición no es muy usual, pues solo afecta a un pequeño porcentaje de la población. Sin embargo, cuando se manifiesta, está asociado mayormente a la amputación de extremidades.

“El cerebro ve la extremidad ofensora como extraña y no como parte de la persona, de ahí el deseo de extirparla”, explican los expertos a ‘Daily Mail’. Aunque algunos optan por sobrellevar el desorden haciendo uso de elementos prostéticos; otros, como Jewel, toman decisiones mucho más radicales que terminan en el daño corporal permanente.


“Estas personas son conscientes de que este sentimiento suyo es inusual: saben que proviene de su interior. No pueden explicarlo. Pero debido a este nivel de conciencia, no consideramos que esto sea algo que consideremos evidencia de psicosis”, puntualiza First para el periódico citado anteriormente.

No hay una cura hasta el momento para esta afección, en todos los casos los especialistas recomiendan buscar la atención de expertos.

Fuente: Periodico EL TIEMPO 



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