Hace unos meses que el reonocido botánico David Goodall, con 104 años, se dirigió desde Australia a Suiza para recibir un suicidio asistido.
"Las personas mayores deberían tener el derecho de decidir esto por sí mismas", declaró en una conferencia de prensa en la víspera del planeado evento. Además, esperaba que su "partida" hiciera que las cosas cambiaran en su país y se permitiera que los ancianos puedan decidir cuándo y dónde desean morir.
Es precisamente aquí donde se ha presentado la primera máquina específica para el suicidio. Imprimible en 3D directamente en la casa del paciente, el médico y creador de Sarco (así es como se llama), Philip Nitschke (al que algunos llaman "Doctor Muerte" y que en 1996 pasó a la historia como el primer doctor en administrar, legalmente, una inyección letal a uno de sus pacientes), explica cómo funciona. El dispositivo es una cápsula en forma de sarcófagoque se monta sobre una plataforma y donde la persona entra, pone un código y se llena de nitrógeno.
La persona se sentirá un poco mareada, pero luego perderá rápidamente la conciencia y morirá dulcemente
La decisión es solo tuya
Esta controvertida ‘máquina suicida’, cuyo nombre es abreviatura de sarcófago, fue presentada por el activista australiano proeutanasia y el diseñador holandésAlexander Bannink en Ámsterdam el pasado abril. "La persona se sentirá un poco mareada, pero luego perderá rápidamente la conciencia y morirá dulcemente", expresa Nitschke.
Philip Nitschke pasó a la historia por ser el primer médico en administrar legalmente una inyección letal a uno de sus pacientes
"Cualquiera que quiera construir la máquina puede descargar los planos e imprimir en 3D su propio dispositivo.
En muchos países, el suicidio no es ilegal, solo ayudar a una persona a conseguirlo lo es. Esta es una situación en la que una persona elige presionar un botón en lugar de pararse frente a un tren", continúa
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