Murió en Gigante el verdadero símbolo de libertad republicana "La Ceiba De La Libertad"

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Sorprendido se vieron los habitantes del municipio de Gigante al escuchar en la madrugada de este viernes un estruendo en el parque principal de esta localidad.



Se trató de la caída de la emblemática Ceiba de la Libertad, árbol con más de 200 años de historia.


Es de recordar que según la historia de la siembra del árbol como símbolo de libertad nace en la Francia Revolucionaria. Allí significa el adiós a un viejo mundo y el nacimiento de otro nuevo.




Tras el movimiento de la independencia en la Nueva Granada de 1810, Nariño recoge las banderas de la revolución francesa, retomando el símbolo del “Árbol de la Libertad”, junto con la traducción y divulgación de los derechos humanos.

El 29 de abril, Nariño en la plaza mayor de Santafé sembró un arrayán. La Gazeta Ministerial de Cundinamarca de mayo 20 de 1813 proclamaba que “Los habitantes de Cundinamarca que siempre han detestado la tiranía y el despotismo, (…) no habían tenido hasta ahora la satisfacción de haber levantado el Árbol (…).que simboliza la libertad, (…)”.

La siembra del árbol se extendió por las poblaciones de la provincia de Tunja y Cundinamarca, del que Neiva para esa época hacía parte. En La Plata el clérigo Inocencio Valencia siembra en la plaza pública el árbol de la libertad a finales de 1813.

En medio de ese fervor, muy probablemente, el vecindario de El Gigante, orientado por su párroco Pedro Joseph María de la Borda y Polanco, tomó la decisión de sembrar la ceiba hacia finales de 1813. Pedro Joseph María había liderado el cabildo abierto de la villa de Timaná en Garzón, cuando en 1810 se aprobara su propia Constitución.


No hay que olvidar que Nariño en su trayecto de la “Campaña del Sur”, tendiente a reconquistar a Popayán y pretender someter a la realista Pasto, arribó a La Plata el 27 de octubre de 1813. Se infiere que Nariño estableciera conversatorios con el vecindario y parroquias circunvecinas, tertulias en las que participara probablemente el párroco de la Borda y Polanco, que siendo oriundo de La Plata, anhelaba la libertad republicana. Allí Nariño debió sugerir la idea de sembrar los árboles como símbolo de independencia.

Nariño, en 1820, prisionero en Cádiz, añoraba aquellos espacios, cuyos árboles se esparcían en las plazas públicas, según lo da a conocer en carta a Francisco Antonio Zea: “Cuánto diera porque a la sombra de un ceibo o un aliso garláramos quince días seguidos sobre las cosas de la patria, economía, política y constitución (…)”.

Ceiba, símbolo de libertad}

Estos acontecimientos sugieren cómo la Ceiba de El Gigante es un fiel documento y monumento que simboliza la independencia republicana, versión que contrasta el relato de la “historia” oficial que relaciona su siembra con la abolición de la esclavitud. 

Está demostrado cómo la siembra del árbol no fue tema de 1851, sino de 1813. De ahí que no sea comprensible ni explicable que siendo “Feliz María Borrero uno de los mayores esclavistas de El Gigante a mediados del siglo XIX”, lo señale José Manuel Silva como el esclavista que “organizara en esta parroquia una fiesta para conmemorar la libertad de los esclavos en 1851 y en el programa estuviera sembrar un árbol en la plaza principal”. Borrero, seis meses antes de sancionarse la ley de la libertad de los esclavos (Ley del 21 de mayo de 1851), es decir, el 29 de noviembre de 1850 mantenía aun 4 esclavos adultos y 3 infantes, haciendo caso omiso a los decretos de manumisión.


La versión de Abel Díaz Manrique al referenciar a “doña Antonia Montalvo, como la matrona que le pidiera la libertad de los esclavos al general José Hilario López, al conocer este la noticia de su nombramiento como presidente, proclamando la ley un mes más tarde en la ciudad de Bogotá”, contrasta con la realidad, por cuanto López inició su periodo presidencial el primero de abril de 1849 y la Ley que sancionó la libertad definitiva de la esclavitud fue el 21 de mayo de 1851. 

Ahora, los Montalvo por tradición eran esclavistas. En el censo de esclavos en El Gigante a diciembre 24 de 1844 se registra a “Cándida Montalvo, esclava de primera clase de 28 años de edad”. Estaría entonces Antoñita a favor de la abolición de la esclavitud, cuando tenía que velar por el cuidado de sus diez hijos. Crianza que muy probablemente no era fácil sin la servidumbre.


Patrimonio cultural


La ceiba de la libertad de El Gigante guarda innumerables recuerdos históricos. Su cuadrícula ha sido el centro de las celebraciones cívicas, religiosas y profanas. Su espacio igualmente ha sido escenario de las manifestaciones y contiendas políticas, así como fuera el lugar para el mercado público desde épocas republicanas.

Ha sido fuente de inspiración de políticos, pintores, escultores, artesanos, escritores, periodistas, historiadores, teatreros, poetas, compositores, fotógrafos aficionados y profesionales que, por su altivez y belleza, no resisten la tentación de plasmarla en sus obras y dedicarle canciones, poemas y composiciones. Esta ceiba se ha convertido en la mejor embajadora de la localidad en toda la historia de su existencia.

La ceiba fue homenajeada el 21 de mayo de 1989 por la Federación Nacional y Comité Departamental de Cafeteros con la participación de la Academia Colombiana de Historia y la Academia Huilense de Historia, la gobernación y la diócesis de Garzón, entre otros.


El 15 de julio de 1990 el Gobierno Nacional por intermedio del Ministerio de Comunicaciones y la Administración Postal Nacional le brindó un homenaje filatélico, mediante la producción de un millón de estampillas.

Intervenciones y enfermedades


La ceiba ha resistido los embates de la mano del hombre, que por su ignorancia le ha producido graves perjuicios. Una fue el de habérsele cercenado en 1978 parte de sus raíces para construir un muro a su alrededor, sin que se le hiciera la curación a las mismas, lo que generó la pudrición de parte de sus raíces, al adquirir el hongo tipo Phomes SP y Ganodema SP.

El decaimiento del árbol llevó a la creación del “Comité Pro-defensa de la Ceiba” en 1989 liderado por Rodrigo Ocampo, miembro del Comité Departamental y Nacional de Cafeteros. Fue entonces cuando la Federación desde finales de la década del ochenta la adoptó, haciendo un gran despliegue nacional, al considerarla “Símbolo universal de la libertad y patrimonio ecológico de la humanidad”.


La Federación estableció un programa de rehabilitación con los mejores especialistas del país, coordinado por el ingeniero forestal y arboricultor Eduardo Bermúdez. El árbol tuvo que encerrarse con una reja, así como se efectuó una excavación cuidando de no dañar las raíces principales y secundarias.

Se programó en 1989 un tratamiento de cuidados intensivos que duró cerca de un año. El árbol fue sometido a fertilizantes en el suelo y se le aplicaron inyecciones de nutrientes y fungicidas.

A partir de 1990 se distanciaron las sesiones del tratamiento. Al pudrirse parte de las raíces, el árbol perdió estabilidad, siendo necesario equilibrarle con anclajes. Sin embargo, estos no aguantaron el peso y el árbol se fue inclinando, lo que llevó a podar la rama más grande y de mayor peso, aproximadamente de 5 toneladas. No obstante, el 13 de enero de 1992, en horas de la noche perdió uno de los 5 brazos.
200 años después de ser plantada, la ceiba sigue luchando por su supervivencia, así como lucharon aquellos hombres por la independencia.

Ceiba que a pesar de sus males conservaba su vitalidad, permaneciendo viva su simbología como expresión de vida, libertad, paz y convivencia del hombre con la naturaleza y la sociedad
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