El doctor Peter Slack, cabeza principal del estudio, descubrió que cuando la persona empieza a llorar el cuerpo libera hormonas que, a su vez, alivian el dolor y otro males como el estrés.
Estas mismas sustancias se encargan de eliminar las toxinas creadas por el estrés, por lo que le otorga una sensación de alivio y reducen los depósitos de grasa presentes en el organismo.
Las lágrimas liberan hormonas como la prolactina, leucina y encefálica, todas relacionadas con el estrés, que al ser expulsadas reducen los niveles de cortisol, sustancia que activa el almacenamiento de grasa.
Dentro del mismo estudio, Slack recomendó hacer ejercicio después de llorar, solo si el llanto es producto de la rabia o el dolor, pues esto acelera el proceso.
