Solo tenía 23 años, y el procedimiento quirúrgico no salió como esperaba.

ViveHuila Noticias
Por -
0


Una madre desconsolada cuenta cómo un procedimiento quirúrgico llevó a Wendy a la muerte. 
La emoción para Wendy Alexandra Bueisaquillo Giraldo comenzó como para cualquier otra joven, con el deseo de tener un cuerpo escultural y unos abdominales marcados. Solo tenía 23 años, pero se sentía subida de peso.

Había estudiado para ser esteticista y en épocas de cuarentena trabajaba en su casa. Recibía clientes para cepillados, manicura y otros tratamientos estéticos, y de vez en cuando realizaba trabajos a domicilio.

Luz Adriana Giraldo, de 43 años, su madre, cuenta que la familia vive en el barrio Colinas de Rafael Uribe Uribe. “Su deseo de realizarse una liposucción y una lipoescultura comenzó hace tres meses”.


Por eso, indagando a través de las redes sociales, encontró al médico Ignacio Alberto Soler Moreño, quien prometía resultados satisfactorios. “Él publicaba fotos posteriores a sus cirugías, y pues eso entusiasmaba a mi niña”, contó Luz.

Hace mes y medio, la joven contactó al doctor, quien luego informó que haría una jornada de valoraciones en el barrio Olaya. El miércoles 20 de mayo, madre e hija asistieron a una cita con quien se presentaba como un cirujano plástico de renombre. A Wendy le dijo que solo necesitaba una liposucción, aunque la joven insistió en una lipoescultura y, además, se dejó convencer de realizarse una rinoplastia. Y a Luz Adriana le dijo que a ella necesitaba una lipectomía.

Cuando hablaron de precios, el doctor iba y venía haciendo descuentos a la ligera. A Wendy le terminó cobrando 3 millones de pesos por la lipoescultura y un millón por la rinoplastia, y a Luz Adriana, 7 millones, respectivamente. “Todo eso pasó en un consultorio del Olaya donde él mandó a la niña a realizarse los exámenes”.

A llegar a la casa, madre e hija le contaron todo a su familia y decidieron que primero se operara la joven. A los 20 días se estaba realizando los exámenes previos, que, cuenta su familia, corroboraron el buen estado de salud de la joven. Luego vino una segunda valoración.

Finalmente llegó el añorado sábado 4 de julio. La cita era a las 6 de la mañana. La supuesta clínica estaba ubicada en una oficina del piso 6 del edificio Cedro Point, en Cedritos, en la calle 140 con carrera 10.



A las siete hicieron pasar a la joven para prepararla para la cirugía mientras que, extrañamente, a sus familiares los retiraron del edificio. No pudieron aguardarla ni siquiera en una sala de espera. “Solo me llamaron a que pagara un saldo y luego me sacaron de lugar. Yo nunca pude ver a dónde iban a operar a mi hija”.

La última conversación que tuvieron madre e hija fue en un chat. La joven dijo que había hablado con el anestesiólogo y que solo la dormirían de cuello para abajo y que a las 8 entraría a cirugía.

A las 11:20 Luz Adriana aún no sabía nada de su hija, y la angustia comenzaba a apoderarse de su cuerpo. “En ese momento pregunté en la recepción del edificio, y me dijeron que la cirugía había salido muy bien y que en dos horas más ella saldría de recuperación. Ahora creo que para ese momento mi hija ya estaba muerta y que ellos planeaban tapar lo que había pasado”.

A las 12:50 p. m., ella ya no pudo más. Entró al edificio, y ante la presión Soler autorizó su entrada. “Doctor, ¿cómo está la niña, cómo salió la cirugía?” fue lo primero que preguntó la mujer. Pero la cara del médico lo decía todo. “Mire lo que nos hizo Wendy”, replicó el cirujano. Luego, todo fue un caos de dolor. Luz Adriana le gritaba que si habían matado a su hija, y el galeno, como podía, le decía que habían tratado de reanimarla.

Solo me llamaron a que pagara un saldo y luego me sacaron de lugar. Yo nunca pude ver a dónde iban a operar a mi hija

desesperada entró a la habitación en donde tenían el cuerpo de su hija. “Ella estaba morada, con sus manitas blancas y llena de heridas abiertas. O sea que es mentira que ella estuvo en recuperación”.


Luz Adriana avisó a su yerno, y él también entró en shock. Su esposa había muerto, y su hijo de cinco años no la volvería a ver. Mientras eso pasaba, Soler trataba de convencerlos de que dejaran que su abogado fuera el que llamara a la Policía y organizara el levantamiento del cuerpo. “Obvio, esa insistencia era muy extraña, y nosotros entonces llamamos inmediatamente a la Policía. Incluso me decía que quedaba un niño que necesitaba estudiar y que él me podía ayudar. Yo le dije que no necesitaba nada de él”.

El otro personal, ‘supuestamente médico’, que lo acompañaba huyó del lugar dejando a Soler solo. Eran entre siete y nueve personas, en ese momento todo fue muy difuso. “Mataron a mi hija y ni siquiera pusieron la cara”.

Al tiempo que llegó la policía arribó el abogado del médico, lo que hizo presumir que la joven había muerto sin que su madre fuera notificada a tiempo. A la joven le practicaron la autopsia, pero faltan días para que se sepa, a través de Medicina Legal, la causa exacta de su muerte. “Cuando le preguntaron que si era cirujano, él solo mostró su identificación como médico general”, contó la madre de la joven. Luego pusieron la denuncia ante la Fiscalía General de la Nación.

¨Ella estaba morada, con sus manitas blancas y llena de heridas abiertas. O sea que es mentira que ella estuvo en recuperación¨

Etiqueta:

Publicar un comentario

0Comentarios

Publicar un comentario (0)

#buttons=(Ok, Aceptar) #days=(20)

Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Leer mas
Ok, Go it!