Depravado en funciones

Vive Huila
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El procedimiento para reclutar a sus víctimas se repite: una convocatoria para un concurso, la selección de las mejores, la promesa del estrellato y jugosos contratos. Después el cobro de un dinero por enseñarles pasarela y mientras tanto el galanteo o el acoso sexual.

Varias cayeron con sus artimañas y entonces aparecen en un pequeña alcoba, solas, asustadas, mirando a todos lados, acorraladas, acobardadas. Se enfrentan –forzadas- a una relación sexual fruto del chantaje.

Lo que no sabían las jovencitas es que el depravado ya había puesto a rodar sus sistemas de grabación y la fiscalía averigua si esos videos han sido vendidos o distribuidos a mafias internacionales de porno. El sujeto en cuestión repite cada año el casting, elige la modelo
revelación y selecciona unas 50 modelitos, ansiosas por la consagración. Algunas tienen la vigilancia y control de sus padres. Otras quedan a disposición, a sus anchas, del pervertido.

Algo así como lo ocurrido con el empresario de cine Harvey Weinstein, que durante años acosó y violó a varias actrices que empezaban su carrera. Hasta que aparecieron unas mujeres valientes y lo denunciaron. Y el New York Times destapó el mayor escandalo de Hollywood, silenciado por el agresor a través del chantaje, los favores y las compensaciones económicas cuando el asunto parecía salirse de sus manos.

La meca del cine se convulsionó y Weinstein fue desenmascarado, destituido de su propia empresa y apaleado por quienes semanas atrás le rendían pleitesía y aplausos en la industria cinematográfica.

El padre de una de las víctimas sugirió que podría matarlo. Un medio de prensa tituló: “Harvey Einstein, el mayor hijo de puta de Wollywood”.

Guardadas proporciones, aquí pasa lo mismo, con la diferencia detestable de que el Harvey
criollo graba a sus víctimas y no se descarta que venda los videos. Las técnicas utilizadas son casi profesionales. No improvisa ni pareciera usar un simple celular para después ostentar de sus “hazañas”.

Este sujeto despreciable sigue con el negocio del modelaje y les paga por cada desfile entre 50 y 100 mil pesos, que casi siempre les queda debiendo y cancela por cuotas.

Es posible (por las averiguaciones hechas) que otros falsos empresarios estén consiguiendo candidatas a los siguientes reinados en las fiestas sanpedrinas –incluso algunos bailarines- y obliguen a las aspirantes a corresponder con favores sexuales el patrocinio de su participación.

Yo no conozco al depravado aquí reseñado, pero le he mostrado el video a varios periodistas y todos, sin excepción, han repetido el mismo nombre. Un hombre ya maduro, cuarentón, conocido ampliamente en el mundo de los bares y discotecas.

En manos de la fiscalía está proceder. Las víctimas están intimidadas, son generalmente pobres y confundidas. Y desde hoy temerosas de aparecer en los videos mencionados.
Por Edgar Artunduaga Tomado del Diario Del Huila
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